PSICOINMUNONEUROENDO – CRINOLOGÍA
Durante casi medio siglo se consideró que los distintos sistemas del organismo se autorregulaban en forma independiente entre sí. Bastaría con citar el ejemplo del sistema endocrino que a través de los distintos mecanismos de retroalimentación podía incrementar o disminuir la actividad de las distintas glándulas. Dentro de este ejemplo merecería citarse el hecho de que la ovulación en la mujer, y por lo tanto su actividad reproductiva era considerada como controlada por mecanismos que residían exclusivamente dentro de la actividad de eje endócrino hipófiso-ovárico. Hoy en día se considera que la ovulación es el producto de la integración del PINE. La aparición de evidencias clínicas y experimentales que demostraron la comunicación funcional entre el sistema nervioso, el endocrino, el inmune y el aparto psíquico fueron cambiando este enfoque simplista y llevaron a una visión conductual integradora de las funciones del organismo, basada fundamentalmente en el hecho que cambios en uno de estos sistemas eran correspondidos por modificaciones en los otros. Así por ejemplo se demostró y verificó experimentalmente que modificaciones en la concentración de hormonas, como durante el período premestrual de la mujer, son acompañados por modificaciones de la conducta; que depresiones psicológicas, que modifican el sistema inmunológico, son causa de enfermedades y de importantes alteraciones en los ejes endócrinos; que pacientes con cancer mejoran su evolución y sobrevida al mejorar su estado psicológico.
Estos cambios endocrinoinmunológicos fueron algunas de las evidencias que avalaron la interrelación entre los sistemas que integran el PINE.
La demostración realizada en la década del 70 de la síntesis de hormonas por parte del Sistema Nervioso Central (SNC) que regulan la actividad del sistema endócrino llevó a la integración de ambos sistemas desde un punto de vista anátomo-funcional y fue la base del desarrollo de la neuroendocrinología, disciplina considerada como un importante avance en el proceso de integración entre los distintos sistemas del organismo. Los descubridores de estos hallazgos fueron galardonados con Premio Nobel y actualmente se utilizan esta hormonas sintetizadas en el SNC con fines diagnósticos y terapéuticos en neuroinmunoendocrinología.
El SNC además de sintetizar estas neurohormonas produce una serie de sustancias denominadas neurotransmisores y neuromoduladores, que las regulan. Por otro lado, el aparato psíquico utiliza de estos neurotransmisores como su correlato fisiológico fundamental. La alteración de distintos sistemas de neurotransmisores constituye la base de la patología psíquica como lo demuestra el hecho de que enfermedades psiquiátricas clásicas como la depresión y los trastornos de la ansiedad son tratados con agonistas o antagonistas de tales neurotransmisores.
En los últimos 20 años se comenzó a descifrar la compleja fisiopatología del sistema inmune habiéndose descubierto su capacidad de segregar hormonas para interconectarse y autoregularse. Estas hormonas, denominadas citoquinas, tienen la capacidad de modificar respuestas del sistema, en casos que sea necesario para el organismo.
Posteriormente se fueron aclarando hechos que si bien eran de observación corriente no tenían una demostración científica fehaciente. La síntesis e identificación de las neurohormonas, de los neurotransmisores y de las citoquinas, permitió demostrar el efecto de cada una de ellas sobre otros sistemas.
Los resultados de las investigaciones realizadas en las últimas dos décadas demostraron que las neurohormonas regulan al sistema endócrino y al inmunológico, y que al producir cambios en estos sistemas ellos repercuten sobre el aparto psíquico.
A su vez las neurohormonas son reguladas por los neurotransmisores, las sustancias químicas que son la base del funcionamiento del aparato psíquico, de manera, que este aparato ejerce un efecto directo sobre el sistema endócrino-inmune.
De acuerdo a lo expuesto es clara la comunicación, estructural y funcional de las distintas disciplinas que integran la PINE. Una característica de esta intercomunicación es la interdependencia de todos los sistemas que constituyen una red de control mutuo para evitar cambios que puedan ser nocivos para el organismo. Para ejemplificar este concepto bastaría la mención del efecto del cortisol, hormona de la corteza suprarenal, sobre el sistema inmune que actúa como freno regulador de la actividad de este sistema, para evitar un conjunto de alteraciones producto de la hiperactividad del mismo (enfermedades autoinmunes como la diabetes, tiroiditis, ovaritis,miocarditis, etc) que llevan a la destrucción de estructuras orgánicas fundamentales. Esta es la base de la administración de cortisol para deprimir el sistema inmune hiperactivado para rechazar tejidos ajenos al organismo (trasplantes).
El gran crecimiento de la PINE en la última década se vio apoyado fundamentalmente por el desarrollo de la inmunología y la interpretación de que el sistema inmune puede ser considerado como un órgano receptor sensorial por su capacidad de recibir, procesar y enviar información al SNC modificando neurotransmisores fundamentales en la fisiología del sistema psiconeurológico. La capacidad multifuncional del sistema inmune está basada en una gran diversidad de receptores que analizan los estímulos recibidos y los comunican a la red PINE para que esta realice sus ajustes regulatorios . Estos ajustes pueden ser motores, sensoriales, sensitivos, hormonales, etc., los que llevan en definitiva a respuestas conductuales. Estas respuestas tienden a mantener a la red PINE en equilibrio y por lo tanto a la homeostasis(o constancia del medio interno) del organismo.
Esta homeostasis se visualiza hoy como abarcada por dos aspectos. Cuando William Cannon a comienzos de siglo introduce el término buscó denominar a los factores que mantienen el estado de equilibrio del organismo. En el modelo propuesto por Cannon, los mecanismos homeostáticos reaccionan ante los factores que atentan contra este estado de equilibrio, restituyéndolo. El advenimiento de la Cronobiología, la rama de las ciencias que estudia los ritmos biológicos, introdujo una nueva perspectiva de la salud y de la enfermedad vinculada con la naturaleza rítmica, circadiana, de las funciones fisiológicas.
La existencia de variaciones rítmicas en las funciones fisiológicas, que no reaccionan sino anticipan las perturbaciones predecibles, ha conducido a que el término homeostasis se utilice hoy en un sentido doble:
Son homeostasis no sólo las estrategias que permiten al organismo una respuesta apropiada ante cambios en el medio ambiente (“homeostasis reactiva”, al modo de Cannon), sino también las respuestas periódicas(ritmos Biológicos) que permiten al organismo predecir el momento de probable aparición de los estímulos ambientales y así iniciar de antemano la corrección adecuada (“homeostasis predictiva”). En consecuencia, el estado de salud (o el mantenimiento de la homeostasis) es visualizado como el resultado tanto de una correcta reactividad ante diferentes estresores internos o ambientales como de una armónica secuencia y manifestación de los ritmos en las funciones fisiológicas.
La red PINE opera a un nivel “tónico”que puede ser ocasionalmente alterada cuando ocurren cambios en algunos de sus componentes, siendo este cambio percibido inmediatamente por los otros sistemas.
Cada uno de los componentes que constituyen la PINE tienen memoria. Durante mucho tiempo se pensó que únicamente el cerebro era capaz de aprender. Sin embargo en 1974 en el laboratorio de Robert Adert, de la Universidad de Rochester se descubrió que el sistema inmunológico poseía también esa capacidad. Esto se demostró originalmente en un experimento en ratas con una determinada droga antineoplástica conocida por su gran capacidad inmunosupresora y por el cuadro nauseoso que produce: la ciclofosfamida. El estudio consistió en un experimento clásico de condicionamiento apareando la ciclosfamida a agua saborizada con sacarina tratando de condicionar las náuseas que producía la droga con el agua y una vez condicionado el animal producir los mismos síntomas nauseosos con el agua solamente. Sin embargo al administrar el agua sin la droga las ratas morían y esto era debido a que la depresión inmunológica que se observaba con el agua era similar a la de la ciclofosfamida. Este experimento demostró que la respuesta del sistema inmune puede ser condicionada de la misma forma que los procesos de aprendizaje tradicionales.
Finalmente el ejemplo clásico de la integración del PINE es el estrés donde un estímulo psíquico que es evaluado por el SNC como danino para el organismo produce lo que Hans Selye denominó el Sindrome General de Adaptación en el cual se ponen en movimiento dentro del SNC distintos mecanismos adaptativos. Entre estos se puede mencionar el incremento de los neurotransmisores que estimulan la secreción hipotalámica de la hormona liberadora de adrenocorticotrofinahipofisaria la que al llegar a la adenohipofisis libera la adrenocorticotrofina (ACTH). Esta hormona al actuar sobre la corteza suprarrenal estimula la secreción de sus hormonas entre las que se encuentra el cortisol. El cortisol produce cambios en practicamente todos los sistemas del organismo para adaptarlo a ésta situación de estrés (aparato circulatorio, digestivo, respiratorio, inmunológico SNC, etc.).
El resultado de todos estos cambios es la conservación de mecanismos fisiológicos de supervivencia. Sin embargo estos cambios deben tener una duración determinada ya que pueden ser nocivos para el organismo (aumento de la presión arterial, aumento de la glucemia, estimulación de secreciones digestivas, activación de sistemas neuronales, depresión inmunológica, etc.). Una vez finalizado el estímulo estresante los corticoides adrenales aumentados, inhiben los cambios neuroinmunoendócrinos que introdujeron su incremento y se restablecen las funciones normales de los aparatos afectados.
Sin embargo si el estrés se prolonga en el tiempo, (estrés crónico) estas modificaciones de adaptación persisten y producen cambios irreversibles provocando enfermedades como la hipertensión, la diabetes, las lesiones ulcerosas del aparato digestivo y todas aquellas patologías que acompanan a la depresión inmunológica como el cáncer, el SIDA, etc.
Si bien la idea de que los diferentes sistemas corporales funcionan integrados o que el organismo funciona como un todo es un conocimiento muy antiguo, fácilmente observable en la clínica cotidiana, los hallazgos, productos de la investigación de las últimas décadas, con tecnología de avanzada, lo están demostrando fehacientemente y está llevando a un enfoque más directo de la relación mente-cuerpo en las distintas especialidades del campo de la salud.
El avance tecnológico a nivel de la biología, las neurociencias, la psicología, y la sociología entre otras posibilita actualmente el estudio de la interacción biopsicosocial de una manera más focalizada en investigaciones que descubren más íntimamente las interrelaciones a que hace referencia la PINE.
De esta manera pueden ser considerados bajo la luz de esta tendencia integradora, que es el paradigma de la PINE, el efecto de los factores psicosociales sobre diferentes estados de enfermedad clínica ya sea influenciando en su aparición, su evolución y su pronóstico.
Los nuevos aportes científicos que están recibiendo las distintas disciplinas que integran las Ciencias de la Salud están llevando a la PINE a un desarrollo cada vez más unificador y abarcativo.
Información detallada sobre especialización en Psicoinmunoneuroendocrinología:
http://www.intramed.net/actualidad/not_1.asp?idNoticia=34077
FUENTE:
Dr. Jaime Moguilevsky:
Profesor Titular Consulto de Fisiologia Facultad de Medicina UBA
Investigador Superior del CONICET
Decano Facultad de Posgrado Universidad Favaloro
Director de la Maestria : Psicoinmunoneuroendocrinología de la Universidad Favaloro